Si vives bien y justamente, ¿por qué sigues siendo pecador?
Lutero:
Nosotros solamente vemos el exterior y de ello poco se puede deducir. Dos personas pueden hacer lo mismo y sin embargo hacerlo de maneras muy distintas. Se trata de las intenciones con las que hacemos algo, de los motivos ulteriores y de la conciencia a la hora de hacerlo. Dios mira el corazón.
Por eso tiene poco sentido tratar de entender y reconocer el pecado observando tus obras y analizando qué es concretamente lo que has hecho mal. Tus obras son sólo síntomas y si te fijas en ellas no estás tratando con la enfermedad en sí. Si consigues reprimir los síntomas, interiorizarás el pecado y te convertirás en un hipócrita. El apóstol Pablo nos muestra otro camino: según él no tenemos que destripar el pecado de nuestros corazones, sino nosotros tenemos que ser sacados del pecado. Primero el árbol, después los frutos.